¿Profesor de Yoga se hace o se nace?

¿Cueces o enriqueces? Me recuerda a esto de que ¿el profesor de Yoga se hace o se nace?…jejeje

Actualmente imparto formaciones de profesores. Empujada por mi propio profesor, François Raoult, me lancé a crear un curriculum formativo que cubriera los estándares internacionales de formación… y al ataqueeerrrr…  Como casi todo en el mundo del yoga, me ha venido “dado” o lo que es lo mismo –o parecido- “empujado”.

Yo sólo quería compartir mi aprendizaje que estaba siendo increíble y muy sanador o saludable.  A partir de ahí comenzaron las serendipias.  Un profesor que nos anima a enseñar en petit comité, en nuestro entorno cercano, amigos, cole del niño, allí donde algunos puedan reunirse para compartir y recibir clases de yoga… y allí que me lancé: a compartir…

Busqué un lugar, un centro de yoga donde poder enseñar.  Compré material, ayudé a otros a comprar su material.  Siempre intento motivar a todos a practicar en casa, a meter el yoga en su vida.

Amma, Swami Dayananda… todo me conducía a la profundización en las raíces.  Mis clases, mi obsesión por formarme con “certificado” y poder enseñar como “dios manda”…  Pero la realidad es ¿Cómo manda Dios?… uhmmm

Dios no manda, regula, establece ni te dice que te certifiques…¡¡¡Válgame Dios!!!  Dios, o el espíritu, o el infinito o la energía, o como quiera que cada uno le llame… sólo nos pide que sintamos y que encaucemos los sentimientos.  En fin, esto es sólo una idea, de esas locas ideas mías…jejej

En todo caso mi recorrido en la formación de Yoga Iyengar fue enriquecedor y frustrante a la vez.  La formación de un profesor de Yoga Iyengar ® es exhaustiva y agotadora, a nivel físico… no tanto a otros niveles o capas del Ser.  Pero como todas van juntas…pues no puedo decir nada.

Yo, culo inquieto (como me decían los compis en la uni), no paraba de hacer cursos, talleres, semanas de profundización… por aquí, por allá… encontré a François, alumno directo de BKS Iyengar, y me cautivó con su singular simpatía y forma de ver la vida.  Yes…he is my very reliable teacher!

My teacher & me

Y después de dos formaciones (200 y 300 horas) y mucho trabajo, muchos años, muchas clases, muchos intensivos, cursos de verano, etc…  Fue François el que me animó (o empujó) a formar a otros.

Y en estas me encuentro: ¿Le apruebo o no le apruebo?  Difícil coyuntura.  Sip… más difícil que ser alumno, practicante o profesor, es tener que valorar o certificar a los demás.

Y de todo este periplo, o de estos polvos, vienen estos otros lodos: ¿Profesor de yoga se nace o se hace?  Pregunta más que retórica de fácil contestación: SE APRENDE y se evoluciona continuamente.

Muchas cosas se aprenden, otras se llevan dentro y otras se van desarrollando.

Lo que está claro es que hacer una formación de yoga (TT-200) no te da las tablas, la energía, el amor por el arte, las ganas de practicar y enseñar, la capacidad de transmitir, la capacidad de empatizar y entender al alumno.  En fin, esto hay que sentirlo o vivirlo.  También, en parte se aprende.  Aunque sí te da mucho información, técnica, raíces, competencia, pedagogía, etc, etc…

Pero lo más importante, lo que me hizo a mí misma ser profesora de yoga, es sentir mi necesidad de compartir y enseñar.  Sentir la necesidad de APRENDER y practicar.  Ir a muchas clases, observar a mis profesores: Cómo explica un detalle, cómo entona la voz en cada momento peculiar, cómo es capaz de adaptar a varias personas sin perder detalle del entorno, las variaciones en las posturas, las secuencias, etc, etc…

Empecé a enseñar sin título, me certifiqué por ese afán de que alguien externo te dé el visto bueno y un titulito que colgar en la pared.  Pero como decía aquel (no recuerdo quién fue aquel):

El profesor de yoga es el que tiene alumnos.

Lo que ocurre es que cuando ejerces de profesor de yoga (como de cualquier cosa) no debes dejar de aprender y acudir a clases, practicar, interiorizar, ponerte en el lugar del alumno, estudiar y estudiar…

Pero hoy en día, en nuestra sociedad, ese título es necesario, o lo va siendo…por aquello del intrusismo y la valentía de algunos en erigirse en lo que no son o no pueden ser.  Este tema sería un interesante debate para otro día.

Por último tengo que decir que tener una formación o un título… es como aquello del “hábito no hace al monje”.  En mi opinión el profesor de yoga se forma día a día aprendiendo de sus profesores, sus compañeros, su propia práctica y su estudio.  Algo que por otro lado se describe en los vedas.

Y si te quieres formar BIEN, lo que se dice BIEN… contacta conmigo.

Dios les cría y ellos se juntan…jajajaj