¿Qué aprendo cuando doy clases de yoga?

¿Qué aprendo cuando doy clases de yoga? es una gran reflexión después de casi 15 años de enseñanza.

Empecé a dar clases por vocación, por compartir lo bueno que me estaba regalando la práctica correcta de yoga. Sin título, sin centro, sin nada…en mi casa, con dos amigas…jejeje

Como practicante de yoga…

…no puedo hablar más que de todo lo bueno que me ha proporcionado el yoga para mi vida: Salud, recuperación de lesiones, mejoras personales, personas, hábitos, desarrollo…

Practicando «siempre» YOGA

Después de una larga trayectoria de aprendizaje, vino esa otra de enseñanza…y en esas estamos…jejeje

En esta “otra etapa”…

…la de la enseñanza, el aprendizaje ha sido y sigue siendo BRUTAL.

Cuando practicas, disfrutas de tu pasión, tu hobby, te regalas tus momentos o tu aislamiento en el antideslizante.  Tus momentos de gloria y de frustración se dirimen contig@ mism@ en ese pequeño cuadrilátero o más bien, en ese rectángulo que es tu antideslizante. Y afortunadamente sueles incorporarte a la vida con más alegría, más energía, triunfante…

Cuando enseñas la cosa cambia…tiene sus más y sus menos, sus días brillantes y sus días más grises, tus relaciones humanas ponen en jaque tu paciencia, devoción, compasión, humildad, generosidad, fe, capacidad, tolerancia…puf… entre un sinfín de atributos más…

Tu autopercepción cambia y ya no eres tú y tu práctica, eres tú y un montón de ojos que te observan, cuerpos que esperan instrucciones y corazones que laten esperando….una mirada de aprobación, calor, un saber estar, la palabra justa y adecuada…puf…

Recuerdo mi primera vez frente a una clase de otro profe.  Iba de sustituta en pruebas, por si acaso se quedaban conmigo…madreeeeeeeeee……….una dura prueba de valentía.

Me sentía diminuta frente a una clase de personas adiestradas en la práctica.  Rectos y disciplinados, esperando instrucciones…aaaayyyyy….estaba tan nerviosa que me inventé la invocación…jajajaj… y eso que me la sabía de rechupete por mis clases habituales…jajajaj… un manojo de nervios y mucho estrés.  Pero cuando empecé a enseñar mi secuencia, algo se apoderó de mi…jejej…mi otra yo más elevada, que no se preocupa por mis lorzas, ni mi pelo, esa otra que sólo ve acciones, pies, piernas, brazos…y que es capaz de ir corrigiendo a diestro y siniestro…jajajaja

BIEN…

Enseñar Yoga

Dar clases de yoga no es una actividad baladí.

No es un aprendizaje de segunda fila.  Sip…no son matemáticas, pero puede ser más complicado.

Afortunadamente con los años vas asentándote también como profesora, dominas no sólo la técnica (eso lo aprendes con la práctica personal y es lo fundamental) sino aprendes cómo debes actuar, qué palabras usar, cómo manejar las instrucciones manuales y verbales, cómo llegar, cómo ejecutar y mostrar…etc…etc…etc…

Y cuando empiezas un poquito a estar más tranquila te das cuenta de los aprendizajes que estás adquiriendo:

[¿Qué aprendo cuando doy clases de yoga?]  Más dominio de ti misma, más cuidadosa en tu interacción, más compasiva con las personas que te rodean, más silenciosa y más observadora, más profunda en tus reflexiones…más a favor de los Yamas y Niyamas y menos del conflicto y la pelea.  Más comprensiva, más tolerante, más humana.  El Yoga te está calando.

Hubo un día, observando a mis alumnos en Savasana, postura de descanso, postura del cadáver, postura final… observando sus rostros suaves, su piel destensada y su cuerpo relajado, sentí como mías las verdades universales, humanas, mágicas… más allá de las palabras. Una magia de comunión, de igualdad, de amor…de fusión…o ¿yoga?

Bueno…muchos días, muchos alumnos, muchas clases, talleres, cursos…mucho yoga…y al final, siempre APRENDIZAJE.

Hari Om Tat Sat

 

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