El profesor de yoga conoce el cuerpo de sus alumnos

«La mejor medicina de todas es enseñarle a la gente cómo no necesitarla».

Hipócrates

A veces, hay frases que se quedan grabadas en la memoria.

“El profesor de yoga conoce el cuerpo de sus alumnos”

¿Quieres que me preocupe de ti como alumno de yoga?

¿Buscas que mi compromiso contigo sea enseñarte y tenderte una mano para que aprendas, avances, cures y evites los problemas?

¿Te gustaría que te enseñe con corrección en un marco de seguridad?

¿Por qué y para qué practicas yoga?

¿Qué papel juego yo para ti?

¿Crees en mí y lo que te enseño?

OK…este es mi camino o mi energía o mi sino.  Enseño yoga por vocación y amor al arte.  Este es mi leit motiv.

Pero a veces, a lo largo del camino, encontramos baches, pinchazos, escollos…

  • No sabes cómo explicar o cómo alcanzar a un alumno.
  • Aparecen alumnos con resistencias –muy respetable y entendible- a los que te cuesta hacerles entender.
  • Se producen situaciones difíciles, conflictivas…retos…

Este es el día a día de un profesor, pero un profesor de yoga tiene que lidiar con peculiaridades más complejas.  Enseñar ASANA con el cuerpo y a otros cuerpos es una tarea complicada.  Intervienen muchos factores además del intelecto y las ganas de aprender.

El yoga es una ciencia. BKS Iyengar

El maestro Iyengar define el yoga como una ciencia.

Pero realmente es una ciencia muy diferente de las matemáticas.  Si no entiendes, en una clase de matemáticas, lo correcto y tu deber es preguntar ¿Por qué?  Pero en una clase de yoga resulta diferente, absurdo o a veces, fuera de lugar.

Te enseño para que aprendas, para tu bien, para tu salud…pero no puedo explicarte los entresijos y los recovecos del uso de un cinturón para que se produzca la apertura de pecho o la relajación de la tensión en la garganta.   En muchas ocasiones buscamos efectos sutiles que a ojos profanos no tienen sentido.

Tampoco puedo explicarte por qué elijo esta o aquella postura, porque quizás lo hago por tu vecina de antideslizante o porque toca, pero siempre teniendo en mente el bien general.

Cuestionarte al profesor de yoga está bien, cuestionar sus instrucciones también.  Para tus adentros y si quieres acércate a él, al final de la clase, y le planteas tus cuestiones.

Yo he participado en clases con profesores que no me han gustado.  No los profesores (o también) sino la práctica.  Entonces, no vuelvo…no me interesa.

Pero si vuelvo, repito y me vuelvo reincidente, es porque creo que esta persona está dando lo mejor de sí y me está transmitiendo lo mejor que sabe.  No es que ponga fe ciega* en ella, pero desde luego siento un gran respeto hacia ella.  Es el caso de mis profesores, de mi parampara.

*Poner fe ciega en alguien, por cierto, es un error en cualquiera de los casos.

En algunos casos no comulgo con ideas o pensamientos, incluso en algunos casos no comulgo con su forma de enseñar algunas asanas, o una secuencia, o una instrucción.  Pero sigo acudiendo a sus clases o les ofrezco mi máximo respeto porque sé que la enseñanza es genuina, inteligente, científica, contrastada y muy muy valiosa.  Y sobre todo sé que no me voy a hacer daño si sigo las instrucciones.

Los daños son siempre relativos, pero corregir una cervical a tiempo no tiene precio.  Por eso el profesor de yoga debe prestar una atención total (mindfulísticamente…jejeje…olé) a sus alumnos.  Me dicen que lo “veo todo”, pero es que así es como debe ser, no permito que un alumno no ajuste adecuadamente, quiero que aprendan bien y no se hagan daño, al menos mientras yo esté ahí.

Creo que la imagen de un profesor a lo lejos, pasota, en su antideslizante, que no corrija, que no te vea, que no te indique…no es lo que se debería esperar de un profesor.

Por esa atención personalizada también se acude a unos, y no a otros.  Por ese mimo y cuidado por un cuerpo, o varios, que no son el tuyo.  Y como decíamos:  El profesor de yoga conoce el cuerpo de sus alumnos.

Pero ojo, corregir es un arte, tocar es un arte, expresar instrucciones verbalmente es un arte.

Ese arte hay que estudiarlo, aprenderlo y recibirlo de profesores más experimentados.  No es intuitivo, no es una enseñanza fácil.

Enseñar es también el difícil arte de empatizar, entender, comprender y sentir compasión.

El yoga es una ciencia.  Enseñar Yoga es un arte, que no debe administrar cualquiera y desde luego “Un profesor de yoga es el que tiene alumnos”.  No un título, ni muchos.

 El profesor de yoga conoce el cuerpo de sus alumnosY supongo que, a modo de colofón, son esos alumnos los que te ratifican como profesor, confiando en ti y en la veracidad de tus enseñanzas.

HARI OM TAT SAT

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